martes, 20 de noviembre de 2012

Cuento que pudo ser

La tormenta en el mar era feroz. La nave era llevada a la deriva, poco a poco hacia un grupo insignificante de islas lejos de toda ruta marítima o aérea. No había mucho para hacer ante la fuerza de la naturaleza  Hasta que de repente, el vigía lanza un grito empapado -Arrecifeeeeees.
El capitán  dejó los binoculares para colgarse de un costado del timón pero fue en vano, estaba como clavado. - Carlos! - gritó - ayuda!. Carlos, su timonel,  corrió a colgarse del timón también, y este cedió un par de milímetros, lo suficiente para que el navío esquive la muralla de rocas por un centímetro. Y así, por un centímetro, este cuento no pudo ser el de un naufragio en islas desiertas. Una verdadera lástima.