miércoles, 25 de octubre de 2017

Abducido

Ocurrió hace unos años.
Habíamos ido, unos amigos y yo, de campamento a unos cerros. No importaba cuál fuera, a nuestro modo estábamos explorando nuevas tierras.
Habíamos terminado el asado a la noche, la guitarreada, la cerveza y el fernet, y ya estábamos todos dormidos en nuestras carpas. Hacía frío afuera.
Alrededor de las 2 de la mañana, me desperté con la idea de orinar, así que me alejé un poco, en dirección a un cactus grueso que había como a 100 metros, cuando de repente una luz azul me bañó desde arriba.
Todavía mareado por el alto alcohol en sangre, me dio más curiosidad que miedo... hasta que empecé a levitar.
Ese haz de luz me estaba llevando!

Empecé a gritar como un desaforado: "Arieeeeel, Panchoooooooo, Ninjaaaaaaa" llamando a mis amigos... pero no vi a ninguno salir de la carpa. Segui subiendo hasta que apenas podía distinguir las carpas. Entonces el grito cambió de destinatario: "Bajenméeeeee culiados!" a quienes me estaban llevando.

Los gritos no duraron mucho... sabía que era inútil. Me dediqué q disfrutar un poco de la adrenalina de estar flotando. Probé si podía moverme o nadar en esa luz, pero con cuidado de no salirme, porque la caída seguramente sería mortal.
Era raro, podía mover todas las partes de mi cuerpo, pero no cambiar mi posición ni desplazarme. No sentía que me tiraran hacia arriba, sino mas bien como cuando uno se deja llevar desde el fondo del agua.

Justo cuando empezaba a ponerse aburrida la cosa, atravesé una membrana semipermeable, como cuando era chico y atravesaba la cortina de tiras del carnicero,  y me encontré en una habitación oscura. Empecé a caminar, despacio y con los brazos extendidos, tanteando para no llevarme por delante una pared... pero no encontré nada. Caminé en línea recta un rato largo, sin encontrarme con nada.
"Es imposible" -pensé- "No puede ser una habitación tan grande." Entonces, mi cerebro de ingeniero comenzó a crear teorías para explicarlo. La que mas me cerró fue la posibilidad que estuviera caminando sobre una plataforma móvil multidireccional muy bien aceitada, que se movia a la misma velocidad que mis pasos, pero en dirección opuesta.  Por supuesto, tenía que comprobarlo. Ahí en la oscuridad tiré unos pasos de break dance, hice el moonwalk, y terminé rodando en el piso, sin tocar nunca una pared. Claro, era tecnología alien, muy bien hecha!

Me acosté en el piso, mirando a la nada, y me dormí. Mi último pensamiento fue: "Por lo menos no me garcharon... pero justo tenían que experimentar conmigo cómo los humanos morimos de inanición... o aburrimiento?"

Me despertó un zumbido, que se hacía cada vez mas audible y sonaba mas cerca, pero por todos lados. No sabia de donde venia. En un momento al volumen quedo constante, y era molesto.

"Me hinché los huevos" dije en voz baja. Y empecé a saltar hacia arriba, pero en el aire desplazando la cadera, para no caer en el lugar de origen. Vieja técnica para ganar unos microsegundos en el aire de cuando jugaba al básquet.

Hice eso unas 20 veces, hasta que toque una pared metalica. "Si el zumbido me jode a mi, yo los voy a joder a ellos..." - pensé, y empece a golpear la pared lo mas fuerte que podía.

Nada.

Me saque las zapatillas y practique es solo de batería mas inspirado de mi vida sobre ese pedazo de lata.

Nada.

"Aliens sordos" -pensé.

Entonces se me ocurrio que quízas estos tipos eran tan avanzados que se comunicaban mentalmente, sin necesidad de hablar.

Empece a llamarlos con el pensamiento. Primero "diciéndoles", "Muchachos, vengan y hablemos, les cuento todo lo que quieran saber".

Nada.

Luego "gritándoles", "Aliens putos, no tienen huevos, vengan maricones, les voy a meter el rayito de luz azul por el orto, si tienen..."

Nada.

Y ya casi rendido, "Aaaaaalieeeeeensssss, VengaVengaPaCá, fuiiiifuifuifuifuiiiiiii (silbándolos como a un perro)".

Nada.

Empecé a seguir la pared con las manos, a ver a dónde me llevaba. Era toda lisa.

"Ni remaches usan estos hijos de puta... y yo que tuve que poner durlock..." pensaba mientras tanto.

Hasta que en un momento encontré un desnivel en la pared. Como una hendidura que iba desde el piso hasta supongo que el techo, porque tampoco sabía donde estaba el techo.

Metí mis dedos ahí, y tiré apenas, y era una puerta corrediza nomás.

Del otro lado, había una habitación llena de luces, botones, pantallas... todo eso para tocar!!

Entré mirando todo eso, y cuando mire para arriba, había como una caja flotando en medio de la habitación. Muy alta. Busque un botón que dijera "bajar caja", pero no habia letras ni dibujos ni íconos en ningún lado. Estos tipos no tenían idea de como hacer interfaces de usuario.

Asi que apreté un botón al azar. Cambió de color y no pasó mas nada.
Apreté otro, y otro y otro máas. Todos cambiaban de color, pero nada más.

Entonces, se me ocurrio que la cosa podría andar con secuencias de colores (al pedo usar tantos botones, pero bueno, eran aliens, pobres).

Primero puse en blanco un cuadrado de botones, y luego hice una "X" en rojo con algunos.
Seguia sin pasar nada.
Y ahí cai en la cuenta: Esos botones eran placebos! Como cuando uno mete una rata en un laberinto para ver que hace.
Lo interesante de ver la rata, es que uno se sorprende si hace algo inesperado, asi que saque mi cortaplumas del bolsillo y empece a destapar todos los botones. A la mierda las lucecitas.

Y ahí si, la caja bajó. Claro, si les rompes el equipo aparecen estos culiados.

Terminó de bajar, y era como de espejos, no se podía ver para adentro. Pero estaba seguro que de adentro para afuera si me podían ver.

Lo primero que hice fue subirme a la caja, por si se volvia a levantar, yo me iba con ella (si, veo muchas películas de acción), pero cuando subi, toque un hilo, muuuuy finito que sostenia la caja. Cortapluma en mano, trate de cortarlo, pero no pude. Tampoco pude con los dientes. Asi que empece a practicar malambo arriba de esa caja. Y zarandeo. Repiqueteo.

No tardo en abrirse un costado y de ahí adentro salio un bicho palido, flaco, con ojos saltones, que se comio un rodillazo en la cabeza cuando le salté encima y quedo tirado en el piso.

Yo tenia razón! Desde adentro de la caja, si se veía para afuera, y tenia otros botones y otras palanquitas (Pero también sin letras ni dibujos ni iconos. No se como entrenan a los juniors estos tipos...)

Toque un botón y en una de las pantallas apareció el espacio. Congelado, quieto.
Debe haber estado viendo "Gravity" en una especia de Netflix  y la puso en pausa pensé, pero rápido me di cuenta que estábamos en el espacio!

El bicho se movio un poco en el piso, fui y lo agarre del cogote. Era tan flaco que mi mano le rodeaba todo el cuello.

Con la otra mano me señale, y señale para abajo. El bicho estiro la mano, y toco unos botones en el costado de la caja. En la pantalla apareció el rayo azul que llegaba hasta la tierra.

Y ahí se me occurió otra cosa, muuuuucho más interesante.

Solte al bicho y le hice señas de que quería un papel y lápiz. De adentro de la caja saco una pantalla en blanco y me la dio. Claro, yo boludo quieriendo papel y estos me dan una tablet.

Dibuje con mi dedo unas carpas, y dibuje a 3 monigotes, se lo mostre. El bicho me miro. Luego dibuje el rayo azul sobre mis amigos, y se lo mostre. El bicho no se movio, pero juro que sonreía.

...

Luego le dibujé un robot con tentáculos.

...

Con el bicho estamos mirando a mis tres amigos en la habitación de al lado, de paredes metálicas, corriendo. Escapando de un robot que amenaza con explorar sus cavidades con sus tentáculos.

Yo acabo de dibujar en la tablet el rayo azul trayendo hamburguesas y gaseosas.

El bicho no lo sabe, pero cuando me aburra, mis amigos y yo vamos a ir en su nave a su planeta, y los vamos a hacer poronga. Por hijos de puta.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Yo Ingeniero: Mi primer beso

Como todo ingeniero auténtico, también era un nerd por naturaleza, y mi relación con los especímenes de género femenino era difícil.

No, no… perdón, no era difícil. Era imposible.
  
Bastaba con que una nena linda me mirara directo para congelarme y temblar a la vez. ¡Y era mucho peor si me hablaba! No podía pronunciar palabra, y me salía un "hiiiiiiiiiii" finito. Si la situación se mantenía por un tiempo más o menos largo (más de 10 segundos) me bajaba la presión y se me aflojaban las piernas. No llegué nunca a desmayarme, pero creo que sólo porque huía despavorido.

No debía de quedar muy elegante salir corriendo como un poseído por demonios, tratando de mantener el equilibrio y con un chillido agudo. Esto ocurría así, literalmente. Todavía me ocurre a veces… y ya soy un adulto crecidito.
  

Claro que, como todo nerd que se precie, trataba de buscar una explicación lógica para mi comportamiento, sin éxito.

¿Qué hubiera sido lo lógico? Que si me gustaba, yo pudiera decírselo. Y si yo le gustaba a ella, nos besáramos ¡y listo!

Pero no, no podía.
  
Así fue como con cada situación, iba acumulando experiencia, sacando conclusiones, a fin de poder resolver el problema (que es, en definitiva, lo que los ingenieros hacemos)
  
Situación 1: Mi primera declaración de "amor", fue en la plaza. Tenía unos 6 años, Iba en el portaequipaje de mi bici, que manejaba un amigo, a una chica que estaba sentada en un banco, con otras 5 chicas. Paramos en frente de ella, y le dije "Fulana, me gustás". No hubo respuesta, sólo risas hirientes. De ella, de sus amigas, incluso de mi amigo! 
Yo sabía que ella gustaba de mí, así y todo, no me lo dijo. 
Aprendizaje: Las mujeres son irracionales. Y mi amigo es un ex-amigo.

Situación 2:  A la edad de 7 años, me gustaba una compañerita de segundo grado. Estuve esperando eternamente a que se diera el momento propicio para hacérselo saber. Y cuando digo eternamente es literal: a fin de año se cambió de escuela.  
Aprendizaje: El tiempo no espera a los lerdos.
  
Situación 3: En tercer grado, me gustaba otra compañerita, pero -maldita vida- también le gustaba a mi mejor amigo. 
Mi mejor amigo y yo peleamos por la niña, claro que ella nunca se enteró, porque si bien teníamos huevos para trompearnos, no los teníamos para dirigirle la palabra.
Aprendizaje: Al parecer hay competencia por las mujeres.

Situación 4: En cuarto grado, tuvimos una compañerita nueva, mucho más desarrollada que el resto, y si bien en aquél momento no tenía ni idea qué me pasaba, lo único que quería era estar cerca de ella. Hoy lo definiría como una calentura galopante. 
Aprendizaje: Las tetas nos vuelven locos desde chiquitos.  

Como puede ver, lector, uno, como buen ingeniero, va acumulando experiencia, y tratando de acomodarla en su mundo lógico, pero es que ¡tal lógica no existe! Es entonces cuando uno desarrolla un pavor por las mujeres. Pasan a estar en la categoría de fenómenos paranormales, que no tienen explicación pero que son capaces de afectarnos. Si, como los fantasmas.
  
Aunque la naturaleza es sabia: Así como los flechazos llegaban a montones, las heridas se curaban muy rápido. Claro que también tiene sus fallas: Le dio la testosterona al más estúpido de los géneros.
   
Las peleas entre varones por las chicas comenzaron a ser frecuentes. Imagínese lector, que yo peleaba como un nerd... así que muy bien no me iba.

La mayoría de las peleas (si no todas) eran porque una chica nos gustaba, pero ella no nos conocía… ni nos conocería nunca. Repito, la naturaleza nos hizo hombres y estúpidos.
  
En quinto grado, todo venía más o menos bien, sin polleras de por medio, jugábamos al fútbol en el recreo y esas cosas de verdad entretenidas. Fue por entonces que escuché a uno de mis compañeros admitir que le gustaba una chica del otro quinto. "Es mi novia" decía él. Boludeces de chico que uno dice. Nunca habían siquiera hablado.

El tema es que ésta chica nueva, del otro quinto, empezó a ser tema de conversación entre mis compañeros, y yo, colgado como siempre, ni sabía quién era.

Hasta que la vi.

Esa, la primera vez que la vi, me quedó grabado a fuego. Fue como un flechazo que te atraviesa el cráneo. Era hermosa. Recuerdo la sensación a la perfección: Fue como dejar de respirar y de sentir todo. Como si su presencia y su belleza me hicieran desaparecer (a mí  ya  todos) del patio de la escuela. Dejaron de existir los sonidos, los colores, el tiempo. Todo.

La idiotez de los hombres crece al mismo ritmo que el resto de los órganos vitales.

Por supuesto, no tenía ni idea de cómo acercarme (o moverme, para el caso). Tampoco podía hacer planes sobre ese terreno desconocido. Yo era tan distinto a mi compañero, que le escribía mensajitos y se los hacía llegar con una amiga (generalmente la feucha del grado). 

Y así seguí, sin saber qué hacer con todo eso que me pasaba, hasta que un nuevo rumor llegó a mis oídos. Ésta piba se besaba con uno de sus compañero. EN-LA-BO-CA!


Yo no lo podía creer! Invadido por los celos (sin motivos, obvio. O sí, totalmente fundados. Bah, no sé…), fuí y la encaré. ¿Para decirle que me gustaba? Noooo, ¡eso era imposible! Fui a hablarle para otra cosa muchísimo más importante: Fui a contrastar los hechos con la fuente. (¡Que uno es nerd sobre todo! Y estúpido, por ser hombre)

Cuando la tuve de frente le dije, con toda autoridad:  
- ¿Vos te besás con fulano?
- Sí.
- ¡No te creo! ¡A ver! ¡Mostráme! 

Claro, "fulano" estaba al lado de ella, pero yo no lo había visto. En realidad, cuando la veía a ella no veía a nadie más. Lo agarró del cogote y le metió un beso de esos que te dejan con los ojos abiertos a esa edad… y el corazón destrozado. 
  
No recuerdo nada más que sea relevante ese año, pero al año siguiente, apenas empezadas las clases, su amiga, la feucha, me trajo un papelito de parte de ella.  Lo abro, y decía "¿Querés ser mi novio?". Salté, corrí, me tiré al piso, di unas vueltas (creo que inventé el break dance), grité, aullé… y le dije (todavía desde el piso), con toda la flema inglesa que ameritaba la situación "que venga ella y me lo diga en la cara". Y sí. Así, así, así de estúpidos somos los hombres. 
  
La amiguita desapareció, y volvió, pero…  "Oh Dios! Viene con ella!", y no tenía para dónde correr!

 Se acercó, y me dijo: 
- ¿Querés ser mi novio?
- Hiiiiiiiii
- Bueno, hablamos después,

Y se dio vuelta y se fue. Yo estuve sin respirar 15 minutos, y calculo que tuve mis primeros 4 infartos en ese tiempo.
  
¡Pero ya tenía novia! ¡Y nada menos que la más linda de la escuela!  

En los día siguientes a eso, yo soñaba con darle un beso, y a la vez me moría de vergüenza, así que le dije que tenía que  ser en un lugar donde estuviéramos a solas (jamás hubiera podido, como su compañero, darle un beso delante de todos. Y tenía entre 10 y 11 años, o sea, que por una buena educación de mis padres, todavía no sabía que el alcohol ayuda en esas situaciones).

Pero claro, se complicaba obtener un poco de privacidad en la escuela (no sé por qué no éramos novios fuera de ella… supongo que porque jugar a los autitos y jugar con los amigos era mucho más interesante)

Una vez, en una galería cerrada estuvimos a punto, pero un pendejo hijo de puta (que durante mucho tiempo fantaseé con matarlo a machetazos) gritó "¡viene la señorita!" y salimos corriendo con el cagazo del siglo. 

Seguimos planeándolo por días, hasta que otro compañero, cansado de tanto circo, nos encerró a ella y a mí en un aula en donde se guardaban las sillas. No sé de dónde fue que saqué el valor, y le dije "Vení, preciosa", tomándola de la cintura (o quizás dije "hiiiiiii" y me acuerdo mal). Y en un instante, sentí sus labios sobre los míos. Ella me besó a mí, como era de esperarse. ¿Cómo iba yo a besarla, si de nuevo, no podía ni moverme?

Y pasó lo inesperado: ¡Ella salió corriendo!  

Tiempo después dejamos de vernos, creo que porque ella después fue  novia de un compañerito mío. Y después de otro. Y de otro más. Yo entré a la adolescencia, en donde los hombres nos volvemos más idiotas. Sería algo así como el supersayayin de la idiotez.
   

Y las mujeres en la adolescencia del ingeniero es un tema serio que merece ser tratado en otro(s) capítulo(s).