Esa noche llegué a casa, con unas copitas de mas. Cuando quiero entrar... la llave desde adentro puesta. Reputeando, toque el timbre un par de veces... y nada. Un poco molesto, empecé a golpear la puerta, casi susurrando: -"Claudia! Claudia, soy yo, abrime!!". Y nada.
Y empecé a preocuparme. Y si a Claudia le pasó algo? Si se cayó en la bañadera y está inconsciente?
Tomé carrera hasta la mitad de la calle y le dí a la puerta con el hombro. Y otra vez, me prendí del timbre, con la clavícula rota -me cago en Pentágono- .
No solté el timbre hasta que una luz se prendió en el balcón y salió un tipo: -"Eh! qué pasa!"
-"Uy!, la tiene secuestrada! No la deja salir!" pensé. Y le digo -"Abrime la puerta, que está todo bien, capo. Yo no digo nada a nadie, vos te vas tranquilo, nadie se entera de nada". Y él contesta: -"Qué decís, boludo? Cerrá el orto y tomátelas".
Y ahí me avivé. Me está cagando! Claudia me caga con éste tipo! Empecé a gritar como un loco mientras pateaba la puerta. -"Cagadoraaaaa! Claudiaaaaaa! Me cagas con éste infeliz! Hija de putaaaaaa! Abrime que los matooo!"
Estaba tan enojado, que no ví llegar a la policía. Cuando me tiraron al piso, pude ver que los vecinos habían salido de sus casas. Miraban chusmas, mientras dos viejas decían por lo bajito -"Viste que puta ésta Claudia?" -"Yo te dije, yo sé de éstas cosas".
La vecina también empezó a gritarle al marido: -"Hijo de puta, con esa me cagaste?".
Por el balcón empezó a llover ropa de hombre, un bolso, un trofeo de fútbol! Raro. Yo nunca gané un trofeo de nada. Me llevaron a la comisaría.
Claudia me vino a ver a los tres días. Entre lágrimas me dejó, diciendo que todo el barrio la condenó esa noche. Los vecinos también se separaron, y dicen que el tipo me anda buscando. Yo me mudé a otra ciudad, y nunca, pero nunca me animé a contarle a nadie que me había equivocado de casa.
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