viernes, 3 de noviembre de 2017

Yo ingeniero: Wolf

Era un día de 3er año de la secundaria. Justo el día posterior a un torneo de karate, en el cual me habían choreado en el combate final. Creo que fué el día en el que estuve más enojado de mi vida.

No quería ir a la escuela, pero mi vieja en eso era implacable, así que fuí. Llegué tarde y tuve que esperar en la puerta de entrada a que terminaran el ritual absurdo de izar la bandera. Absurdo porque nadie le daba bola, no por el ritual en sí.
Cuando pude entrar, por supuesto, ya todos estaban en clase, incuído el profesor de "Estudio del Producto".
Era una materia interesante para un hombre, pero para un adolescente, un bodrio.
Entré al aula, dije "buen día" sin mirar a nadie y fuí derecho al banco del fondo, contra la ventana.

No era mi lugar habitual, siempre me senté en el primer banco, frente al pizarrón. Creo que porque desde siempre tuve problemas de visión.

Estaba en la mía, envuelto en ese halo negro de mal humor autogenerado, cuando escuché de refilón al profesor hacer una pregunta estúpida, de esas que son más porque el tipo está aburrido de hablar que esperando una respuesta. Yo rebufé en mi asiento, tratando de que se escuchara, pero sin que pueda identificar el origen.
Obviamente, me equivoqué. Supo inmediatamente de dónde vino.
Me llamó por mi apellido, y repitió la pregunta. Farfullé un "Acaso importa?" entre dientes.
Él repitió el la pregunta, yo ésta vez no respondí, pero levanté la cabeza y clavé mi mirada en el techo, suspirando.
Una muestra de falta respeto, lo amdito.

El profesor, que debía estar teniendo un mal día también, gritó "Venga a su lugar, usted se sienta AQUÍ" enfatizando la última plabra con un golpe sobre el pupitre que tenía frente a él.

Yo me levanté de mi lugar, caminé hasta donde estaba él, y con falsa inocencia le pregunté "dónde?"
"ACÁ", volvió a golpear la mesa del pupitre. Yo salté inmediatamente, cayendo sentado sobre la mesa, donde él acababa de golpear.
Sus ojos se abrieron desorbitadamente.
- Qué hace? - me dijo, con tono incrédulo.
- Lo que usted me dijo - contesté.
- No sea insolente, y bájese de ahí 
Pero usted me dijo que me siente acá! -golpeando con la mano el pupitre - Por qué no se decide? - levanté un poco la voz

Entonces, me agarró del del brazo, para obligarme a bajar. Yo levanté la rodilla izquierda a la altura de mi pecho, y puse el pié sobre la mesa mientras con la otra mano me aferraba al lado opuesto del pupitre, haciendo palanca para que le fuera más difícil moverme.

Y, como era de esperarse, basado en las leyes de la física fundamentametales, no pudo.
Fastidiado, tiré de mi brazo zafándome, y (también por leyes físicas, la de acción y reacción),  él trastabilló hacia atrás ridículamente, mantieniendo a duras penas el equilibrio, pero siendo suficiente para que mis compañeros soltaran una carcajada al únisono.

Fué lo que lo hizo perder el control.

Levantó el brazo, como para golpearme.
No sé si era un amague, o realmente lo quería hacer, pero no le dí tiempo.
Haciendo fuerza sobre el pié que ya tenía en la mesa, me paré en la misma, y salté hacie él, pegándole con la planta del otro pié en la cara.
Se fué hacia atrás, golpéandose la espalda y la cabeza contra el pizarrón, y un segundo después, yo caía enfrente de él, con una piña en su pómulo.
Mis compañeros de más cerca, se abalanzaron y me agarraron, mientras el profesor se recomponía. Tenía cortado el pómulo y le sangraba.

- Está expulsado - me dijo, mientras se secaba la sangre con un pañuelo -Salga ahora mismo.

Yo volví al fondo del aula, agarré mi mochila y salí al patio. Estaba yendo hacia la salida, cuando me crucé con la directora en el pasillo.
- Qué te pasa? - me dijo, al verme colorado como un tomate.
- Me agarré a piñas con fulano.
- QUÉ!?... pero cómo...!?
- Él me quiso pegar.

Me llevó de nuevo al aula e hizo salir al profesor.
Cuando volvió, no me dirigió la palabra durante el resto de la clase, pero antes de terminarla, se acercó y me dijo sólo a mí: "Vos y yo, en el canchón".

La escuela es una técnica, y tiene un tinglado detrás de todo, bastanta apartado del edificio, al que llamamos "el canchón" y es donde los técnicos prueban sus chirimbolos, y donde se arma la carroza para la Fiesta Latinoamericana de los Estudiantes.

Fué así, que al mediodía, mis compañeros varones (y otros), estábamos en el canchón. Ya habían formado un círculo cuando llegó el profesor.


Entró al círculo, me miró, y comenzó a sacarse la camisa

Yo no esperé tanto, Mientras se sacaba la camisa me acerqué y le pequé un trompazo en el mismo pómulo anterior, que comenzó a sangrar de nuevo. Se me vino encima tratando de abrazarme, así que retrocedí tirando dos piñas, una le rozó el ojo. Me agarró, y rodamos por el piso. Me levanté rápido y recibí una piña en la boca, retrocedí un paso, y cuando se me vino encima, salté dando una vuelta en el aire, y con una perfecta patada hacia atrás (ushiro geri) desde el aire, le enterré el talón enla boca del estómago, lo que lo dejó de rodillas sin respiración, y levantando la mano, pidiendo tregua.
Le dí la mano, lo ayudé a levantarse, y nos fuimos caminando sin decir una palabra, hasta el baño de los talleres de la escuela.
Ahí adentro mientras nos lavábamos, me dijo
- peleás bien.
- Tuve un torneo ayer, estuve entrenando.
- Disulpame por lo de ésta mañana en el aula.
- Yo tampoco estuve bien.
- Todo bien?
- Todo bien, claro.

Salimos de ahí abrazados.
Al otro día, un compañero llevó una revista "D'artagnan", en donde había un bárbaro, que estaba siendo entrenado por su maestro, y jusssssto en ese comic, le gana.
El bárbaro (y el cómic) se llamaba Wolf, y como yo también le había ganado al maestro, me quedó ese apodo por el resto de la secundaria.

Claro que, la única materia que me llevé en mi vida, fue "Estudio del Producto".

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