miércoles, 4 de octubre de 2017

Yo Ingeniero: Mi primer beso

Como todo ingeniero auténtico, también era un nerd por naturaleza, y mi relación con los especímenes de género femenino era difícil.

No, no… perdón, no era difícil. Era imposible.
  
Bastaba con que una nena linda me mirara directo para congelarme y temblar a la vez. ¡Y era mucho peor si me hablaba! No podía pronunciar palabra, y me salía un "hiiiiiiiiiii" finito. Si la situación se mantenía por un tiempo más o menos largo (más de 10 segundos) me bajaba la presión y se me aflojaban las piernas. No llegué nunca a desmayarme, pero creo que sólo porque huía despavorido.

No debía de quedar muy elegante salir corriendo como un poseído por demonios, tratando de mantener el equilibrio y con un chillido agudo. Esto ocurría así, literalmente. Todavía me ocurre a veces… y ya soy un adulto crecidito.
  

Claro que, como todo nerd que se precie, trataba de buscar una explicación lógica para mi comportamiento, sin éxito.

¿Qué hubiera sido lo lógico? Que si me gustaba, yo pudiera decírselo. Y si yo le gustaba a ella, nos besáramos ¡y listo!

Pero no, no podía.
  
Así fue como con cada situación, iba acumulando experiencia, sacando conclusiones, a fin de poder resolver el problema (que es, en definitiva, lo que los ingenieros hacemos)
  
Situación 1: Mi primera declaración de "amor", fue en la plaza. Tenía unos 6 años, Iba en el portaequipaje de mi bici, que manejaba un amigo, a una chica que estaba sentada en un banco, con otras 5 chicas. Paramos en frente de ella, y le dije "Fulana, me gustás". No hubo respuesta, sólo risas hirientes. De ella, de sus amigas, incluso de mi amigo! 
Yo sabía que ella gustaba de mí, así y todo, no me lo dijo. 
Aprendizaje: Las mujeres son irracionales. Y mi amigo es un ex-amigo.

Situación 2:  A la edad de 7 años, me gustaba una compañerita de segundo grado. Estuve esperando eternamente a que se diera el momento propicio para hacérselo saber. Y cuando digo eternamente es literal: a fin de año se cambió de escuela.  
Aprendizaje: El tiempo no espera a los lerdos.
  
Situación 3: En tercer grado, me gustaba otra compañerita, pero -maldita vida- también le gustaba a mi mejor amigo. 
Mi mejor amigo y yo peleamos por la niña, claro que ella nunca se enteró, porque si bien teníamos huevos para trompearnos, no los teníamos para dirigirle la palabra.
Aprendizaje: Al parecer hay competencia por las mujeres.

Situación 4: En cuarto grado, tuvimos una compañerita nueva, mucho más desarrollada que el resto, y si bien en aquél momento no tenía ni idea qué me pasaba, lo único que quería era estar cerca de ella. Hoy lo definiría como una calentura galopante. 
Aprendizaje: Las tetas nos vuelven locos desde chiquitos.  

Como puede ver, lector, uno, como buen ingeniero, va acumulando experiencia, y tratando de acomodarla en su mundo lógico, pero es que ¡tal lógica no existe! Es entonces cuando uno desarrolla un pavor por las mujeres. Pasan a estar en la categoría de fenómenos paranormales, que no tienen explicación pero que son capaces de afectarnos. Si, como los fantasmas.
  
Aunque la naturaleza es sabia: Así como los flechazos llegaban a montones, las heridas se curaban muy rápido. Claro que también tiene sus fallas: Le dio la testosterona al más estúpido de los géneros.
   
Las peleas entre varones por las chicas comenzaron a ser frecuentes. Imagínese lector, que yo peleaba como un nerd... así que muy bien no me iba.

La mayoría de las peleas (si no todas) eran porque una chica nos gustaba, pero ella no nos conocía… ni nos conocería nunca. Repito, la naturaleza nos hizo hombres y estúpidos.
  
En quinto grado, todo venía más o menos bien, sin polleras de por medio, jugábamos al fútbol en el recreo y esas cosas de verdad entretenidas. Fue por entonces que escuché a uno de mis compañeros admitir que le gustaba una chica del otro quinto. "Es mi novia" decía él. Boludeces de chico que uno dice. Nunca habían siquiera hablado.

El tema es que ésta chica nueva, del otro quinto, empezó a ser tema de conversación entre mis compañeros, y yo, colgado como siempre, ni sabía quién era.

Hasta que la vi.

Esa, la primera vez que la vi, me quedó grabado a fuego. Fue como un flechazo que te atraviesa el cráneo. Era hermosa. Recuerdo la sensación a la perfección: Fue como dejar de respirar y de sentir todo. Como si su presencia y su belleza me hicieran desaparecer (a mí  ya  todos) del patio de la escuela. Dejaron de existir los sonidos, los colores, el tiempo. Todo.

La idiotez de los hombres crece al mismo ritmo que el resto de los órganos vitales.

Por supuesto, no tenía ni idea de cómo acercarme (o moverme, para el caso). Tampoco podía hacer planes sobre ese terreno desconocido. Yo era tan distinto a mi compañero, que le escribía mensajitos y se los hacía llegar con una amiga (generalmente la feucha del grado). 

Y así seguí, sin saber qué hacer con todo eso que me pasaba, hasta que un nuevo rumor llegó a mis oídos. Ésta piba se besaba con uno de sus compañero. EN-LA-BO-CA!


Yo no lo podía creer! Invadido por los celos (sin motivos, obvio. O sí, totalmente fundados. Bah, no sé…), fuí y la encaré. ¿Para decirle que me gustaba? Noooo, ¡eso era imposible! Fui a hablarle para otra cosa muchísimo más importante: Fui a contrastar los hechos con la fuente. (¡Que uno es nerd sobre todo! Y estúpido, por ser hombre)

Cuando la tuve de frente le dije, con toda autoridad:  
- ¿Vos te besás con fulano?
- Sí.
- ¡No te creo! ¡A ver! ¡Mostráme! 

Claro, "fulano" estaba al lado de ella, pero yo no lo había visto. En realidad, cuando la veía a ella no veía a nadie más. Lo agarró del cogote y le metió un beso de esos que te dejan con los ojos abiertos a esa edad… y el corazón destrozado. 
  
No recuerdo nada más que sea relevante ese año, pero al año siguiente, apenas empezadas las clases, su amiga, la feucha, me trajo un papelito de parte de ella.  Lo abro, y decía "¿Querés ser mi novio?". Salté, corrí, me tiré al piso, di unas vueltas (creo que inventé el break dance), grité, aullé… y le dije (todavía desde el piso), con toda la flema inglesa que ameritaba la situación "que venga ella y me lo diga en la cara". Y sí. Así, así, así de estúpidos somos los hombres. 
  
La amiguita desapareció, y volvió, pero…  "Oh Dios! Viene con ella!", y no tenía para dónde correr!

 Se acercó, y me dijo: 
- ¿Querés ser mi novio?
- Hiiiiiiiii
- Bueno, hablamos después,

Y se dio vuelta y se fue. Yo estuve sin respirar 15 minutos, y calculo que tuve mis primeros 4 infartos en ese tiempo.
  
¡Pero ya tenía novia! ¡Y nada menos que la más linda de la escuela!  

En los día siguientes a eso, yo soñaba con darle un beso, y a la vez me moría de vergüenza, así que le dije que tenía que  ser en un lugar donde estuviéramos a solas (jamás hubiera podido, como su compañero, darle un beso delante de todos. Y tenía entre 10 y 11 años, o sea, que por una buena educación de mis padres, todavía no sabía que el alcohol ayuda en esas situaciones).

Pero claro, se complicaba obtener un poco de privacidad en la escuela (no sé por qué no éramos novios fuera de ella… supongo que porque jugar a los autitos y jugar con los amigos era mucho más interesante)

Una vez, en una galería cerrada estuvimos a punto, pero un pendejo hijo de puta (que durante mucho tiempo fantaseé con matarlo a machetazos) gritó "¡viene la señorita!" y salimos corriendo con el cagazo del siglo. 

Seguimos planeándolo por días, hasta que otro compañero, cansado de tanto circo, nos encerró a ella y a mí en un aula en donde se guardaban las sillas. No sé de dónde fue que saqué el valor, y le dije "Vení, preciosa", tomándola de la cintura (o quizás dije "hiiiiiii" y me acuerdo mal). Y en un instante, sentí sus labios sobre los míos. Ella me besó a mí, como era de esperarse. ¿Cómo iba yo a besarla, si de nuevo, no podía ni moverme?

Y pasó lo inesperado: ¡Ella salió corriendo!  

Tiempo después dejamos de vernos, creo que porque ella después fue  novia de un compañerito mío. Y después de otro. Y de otro más. Yo entré a la adolescencia, en donde los hombres nos volvemos más idiotas. Sería algo así como el supersayayin de la idiotez.
   

Y las mujeres en la adolescencia del ingeniero es un tema serio que merece ser tratado en otro(s) capítulo(s).

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