sábado, 18 de julio de 2009

Viaje por Europa (II)

Parte I

Día 2: Reconocimiento de Brujas y su ícono.

Ya desayunados y con las energías repuestas (no significa que esa noche hayan gastado mas energía que la acostumbrada) los agentes Cerebrado y Leprechaum enfrentan la tarea de reconocer el terreno de Brujas.

El plan A consiste en lograr contactos locales o que ya conozcan la zona, a fin de poder determinar los sitios mas baratos, o de mejor calidad, o donde se hable inglés, español o algún otro idioma que sea entendible.

Fracasa.

Plan B: No hay.
Reformulación del plan B: Improvisar.

Los agentes recorren la zona tomando fotografías de edificios, arquitectura y calles curvas, hasta que se cruzan por casualidad con el ícono de Brujas: Un campanario.

Aquí es donde Cerebrado se pregunta, en un paréntesis, si los seres humanos comunes y corrienes están locos, o eso sólo ocurre en modalidad "turista". ¿Es realmente TAN importante un campanario?
Con la intención de pasar desapercibidos, deciden subir al campanario. Claro que la intención tiene su precio... 8 euros per cápita, para ser exactos.

Una vez hecha la cola (porque había que hacer cola, con eso de los humanos en modo "turista"...) logran acceder a... no hay ascensor !!!

Un cartel reza en varios idiomas: 366 escalones. Cartel sólo visible despues de pasar por caja, obviamente.

La escalera es una escalera caracol, con escalones diseñados para que alguien suba o baje (tómese ese "o" en modo exclusivo). Pero, claro, el modo "turista" le quita raciocinio a los humanos, y por esas escaleras de ancho mínimo suben y bajan personas, con todo el riesgo de perder los tobillos ante un mal paso.

Cerca de la mitad del recorrido hay un descanso. Nuestros agentes llegan, transpirados, maldiciendo, pero todo tiene un costado bueno. De ésta experiencia se desprende que debemos reformular el programa de entrenamiento físico de los agentes.

Finalmente en el descanso uno puede apreciar toda la ... nada que hay allí.


Luego de ese descanso, la escalera se va haciendo mas y mas angosta, lo que complica el paso de las personas que vienen en dirección contraria, profiriendo algún que otro insulto a nuestro agentes, que sin entender ni el idioma, ni el insulto, ni que sus mochilas quitaban el poco espacio físico disponible, seguían imperturbables en su ascenso a la cima.

Fin de la escalera! Nuestros agentes ya casi saborean la victoria.
Muchos mas transpirados, con las piernas al borde del calambre, temblando y agitados llegan. Y ahora sí se puede ver... menos nada que en el anterior descanso.
De hecho, hay tan poca nada que es claramente visible una puertita a un costado, donde uno al asomarse encuentra, sorpesivamente, OTRA MALDITA ESCALERA !!!
Y a modo de infomación un cartelito que dice que aún falta un tercio.

La siguiente escalera es mucho mas angosta, con gente bajando a mas frecuencia, lo que por supuesto es directamente proporcional a las miradas asesinas de las personas que bajan y se topan con semejantes mochilas (no nuestros agentes, sino las mochilas que ellos llevaban).

Escalones mas, escalones menos, llegan a la cima donde hay un par de campanas (cosa que no sorprende, porque el lugar es un campanario) con un mecanismo de reloj enorme.
Claro que tratar de fotografiar esas campanas y el reloj es complicado, pues están dentro de una jaula con alambre "picado fino". "Parecía un gallinero" informaría luego, uno los agentes.

Pero también desde allí, a través de los enormes ventanales se podía ver toda Brujas, que debería ser un premio mas que merecido, si no fuera porque los ventanales también están alambrados.

Desilusionados, nuestros agentes comienzan el descenso. Uno de ellos comenta, "ahora es más fácil" y el otro contesta "claro, porque hay algo que ayuda, se llama gravedad".

Error. Si bien bajar debería ser más fácil, hay mas personas viniendo en sentido opuesto por esas escaleritas... y ya se sabe, vienen en modo "turista" y a esa altura ya exhaustos, no se les puede pedir que razonen.

Un infierno y 366 escalones mas abajo, nuestros agentes deciden que la mejor manera de recobrar la energía perdida es un complemento de cebada y alcohol. Salen raudamente (bueno, todo lo raudamente que sus piernas les permiten) en busca de cervezas locales... o extranjeras (a esa altura poco importaba).


Continuará...

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